El aroma inundaba mi fragancia y la convertía en vicio. Sus ojos encandilaban y su perfume ahogaba, entre ambas desvanecia. El corazón iba latiendo cada vez más fuerte, eran las hormonas en funcionamiento a raíz del olor, ese peculiar sentido que no me dejaba intacta, yo tambaleaba de un lado a otro como muñeca inflable. Despertar del suspiro y a sorpresa una mirada radiante frente a mi una belleza inocua que jamás había tenido la suerte de admirar, estaba ejerciendo presión contra mi pecho, parecía que no estaba en perfectas condiciones, sin embargo me levanto lentamente y recuerdo que fui producto de un agradable accidente que me deparó ante esta esfinge.